lunes, 4 de mayo de 2015

MOMENTOS



A veces la sensación de hipoxia es demasiado real. Todo se ralentiza.  Pero no lo es. Solo es mi mente procesando tu ausencia. Buscando la forma de llenar esos vacíos. Y de forma inconsciente comienza a proyectar instantáneas de momentos vividos y almacenados en el álbum. Y de vez en cuando, entre diapositiva y diapositiva, inserta unos minutos de película en color.
Capto el aroma de tu perfume. Siento la caricia  de las yemas de tus dedos. Puedo escuchar tu risa y tu llanto. Veo como tu cintura se cimbrea como un junco mientras bailas para mi, en un intento más, de que yo te acompañe. Y esta vez lo consigues.
El río se ha llevado el que iba a ser nuestro sendero y nuestros pies se hunden entre hierba y piedras. Buscare otro camino que no este contaminado de destrucción.
Y a pesar de eso, fue  especial,  como todo lo que hacemos juntos.
Click. Nueva instantánea. Esta vez, tus ojos me devuelven una mirada  dulce como la miel. La que  veo cuando nos comunicamos sin palabras.  Pómulos arrebolados. Sonrisa serena y una profunda sensación de paz. La que transmiten tus pupilas al entrar dentro de mi.
Llegas a lo más profundo de mi. A lo más oscuro. A lugares que nunca nadie tuvo interés en conocer. Y dejas tu huella de luz. Se posa con infinita suavidad para no alterar lo establecido. Y así, cuando miro en mi interior, donde antes habitaba la pausada agonía del laissez passer encuentro una guía en este devenir sin sentido que es la vida
Tus labios vocalizan un mudo te quiero, que reafirma lo que expresan tus ojos. Y yo  te lo devuelvo en dos palabras que solo yo escucho. Y lo repito una y otra vez, como un mantra que pudiera conseguir que te tansmutes.
El paisaje no ha cambiado. Los mismos árboles. Los mismos campos. Incluso creo ver la misma gente que ayer, en los pueblos atravesados. Y la música ha vuelto a poner en marcha el mecanismo.
Los click se suceden hasta que selecciono una película. No resisto  la tentación y hago una partición en mi cerebro para no estrellarme y, a la vez poder visualizarla.
Todo transcurre en cámara lenta. Mi mano se entrelaza a la tuya mientras caminamos. Reímos y provocamos que nuestros cuerpos se rocen. De manera casual pero provocada. Ambos sentimos la necesidad de ese roce. Y buscamos la felicidad en un paseo, o en  tu abrazo espontáneo o en un beso sin aviso cuando uno de los dos ya no resiste la tentación. Y la encontramos.   
Ambos deseamos lo mismo. La urgencia contenida dilata el momento pero los dos cuerpos se funden en uno  solo.
Tus pupilas, esta vez, me miran con mas intensidad. Y vuelves a entrar en mi.
“Siempre dices que ha sido especial” me recuerdas. Y es cierto, siempre lo es.
La tarde es clara. Haces de luz se filtran por los resquicios de  la ventana.
“Todavía nos queda una hora” anuncias con la alegría de una niña.
“Es cierto” respondo con tristeza disimulada.
Y te veo marchar con mirada triste y paso lento.
Y se que te estas rompiendo por dentro
Y vuelvo a sentir como me voy rompiendo por dentro

Y repito “Te amo” aunque tu ya no puedas escucharme

Clochard