Fotografía: Rosa en un jardín de Castilla. Junio 2008
MIS CINCUENTA
SOMBRAS
El día despierta gris marengo con trazos carmesí.
La incipiente jaqueca lleva toda la noche llamando a
mi puerta y la mordaza aumenta la
presión al abrir los ojos.
El parque esta tranquilo.
Hoy, el canto de los pájaros me resulta insoportable.
Me pregunto si será siempre el mismo el que empieza,
despertando al resto.
Si pudiera, lo mataría.
Mis particulares cincuenta sombras están de visita
desde hace semanas.
Llegaron sin ser invitadas y no puedo echarlas,
aunque quiero.
Se regodean.
Se asoman al balcón de mis pensamientos y eligen
menú.
Disfrutan del festín.
Comen y beben en abundancia.
La despensa de las desdichas está llena.
La bodega de los sinsabores a rebosar.
Su chef dispone de lo mejor con que elaborar exquisitos
platos para ellas.
Después del siniestro yantar, gritan henchidas y
eufóricas.
Observo, con envidia malsana, sus orgiásticos bailes
rituales.
Desnudas, se entregan a prácticas sexuales
desconocidas para mi.
Se deslizan, jadean, se mezclan, se funden unas con
otras en un akelarre sin llamas.
En un instante, me rodean
Se acercan
Tengo miedo
Siento sus caricias como lenguas de brisa helada
No me acostumbro.
Sin apenas darme cuenta, entran
Vuelven a casa
Vuelven a mi
Clochard
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